El año pasado decidimos pasar la Nochevieja en Belfast. Sí, ya sabemos que no es un destino muy habitual, pero la fecha cuadraba en la ruta que teníamos pensado realizar. Y, además, los altos precios del alojamiento esa noche en Dublín se salían del presupuesto.
Tuvimos una cena de lo más tranquila en el recientemente cerrado Cayenne, pero antes disfrutamos un agradable almuerzo en Deanes Love Fish, un pequeño local aledaño a Deane’s, único restaurante en ostentar una Estrella Michelin hasta hace poco. Situado en Howard’s Street, en pleno corazón de la ciudad. En principio, pensábamos celebrar allí la bienvenida de 2013, pero solo nos ofrecían mesa a las seis de la tarde y teníamos que dejarla en un par de horas para el siguiente turno (otra vez será).
Menú para comer en Belfast por 6,50 libras
Al mediodía ofrece un interesantísimo menú -aunque se trata, en realidad, de un plato- por 6.50 libras (aún existe en 2021). Con pequeños bocados en forma de tostas o cazuelitas. Todos ellos elaborados con excelente materia prima y cuidada presentación. También se puede comer a la carta: ostras en tempura, vieiras a la parrilla, langosta, mejillones, pastel de pescado, hamburguesa de salmón…
Tras unas aceitunas con hierbas de la Provenza, probamos el plato más popular de la gastronomía irlandesa e inglesa, fish&chips, en este caso, con bacalao.
El mejor que probamos en todo el viaje, bueno, creo que en total fueron tres… Excelente el rebozado y el punto del pescado, además de la deliciosa salsa tártara que lo acompañaba. Y un puñado de guisantes con un ligero toque de mantequilla.
Marinated sardines on toast and fries, un must. El pan es casero y crujiente. Las sardinas, perfectamente marinadas, se acompañan de patatas fritas y una ensalada de rúcula. Frescas y ligeras.
No pudimos resistirnos a probar un Christmas pudding, que en Deanes Love Fish sirven con helado de vainilla.
Un blanco del sur de Francia, Coquille D’Oc, nos acompañó en la última comida del año. La carta de vinos es bastante amplia, ya que comparte bodega con el ‘restaurante formal’.
Como había que celebrar que en unas horas terminaba 2012, y hacía mucho frío en la calle, nos permitimos un par de gin tonics, ya que también dispone de una barra con gran variedad de bebidas.
El servicio y la decoración, con toques marineros, además de la vajilla y los detalle de las mesas, son cuidados y muy esmerados. Más que recomendable para comer en Belfast. Un ‘fast food’, pero con mantel y calidad.
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