Fue el verano pasado cuando Triciclo Madrid aterrizaba en el barrio de las Letras. Un restaurante donde el número tres no es casualidad: tres cocineros, tres espacios, tres cartas y tres maneras de probarla.
Tres cocineros, Javier Mayor, Javier Goya y David Alfonso. Tres espacios, barra, sala y reservado. Tres cartas, producto puro y duro, propuestas tradicionales y sabores internacionales. Tres maneras de probarlas, ración, media y tercio.

Las creativas propuestas de Triciclo
Tras intentar sin éxito reservar en fin de semana, habíamos conseguido mesa para un almuerzo tardío de viernes y al ser casi las cuatro de la tarde, había platos que ya se habían terminado, como el taco de Rendang, bacalao al pilpil o ravioli de rabo. Aunque nos ofrecieron otros fuera del menú que parecían muy apetecibles: pote asturiano, lentejas con mollejas o callos a la madrileña.
Tras un aperitivo de papas con mojo picón, comenzamos con gambas, shisho y mango, donde el crustáceo se presenta cubierto de pasta brick sobre una hoja de shisho -albahaca japonesa- con mango picado. Nos indican que hagamos un paquete envuelto con la hoja y lo sumergamos en la salsa que acompaña para saborear a la vez todos los ingredientes. Consiguiendo así un bocado fresco y muy agradable.

Las bombas de patata estaban fuera de carta y no nos resistimos a comprobar cuál era su versión. Perfecto rebozado, contundente relleno y salsa brava en su punto ideal de picante, además de un cremosísimo y suave alioli.

Las vieiras laminadas en salsa ponzu y alcachofas crocante son un must. Tremenda la combinación de sabores y texturas, gracias al suave marinado del molusco y el espectacular crujiente de la verdura. Además de la acidez que aporta el caldo.

También fuera de carta nos ofrecieron estos excelentes y originales canelones de pollo en pepitoria, con una bechamel muy sabrosa. Adornados con trocitos de almendra y cebollino. Cocinados con mimo.

Precisamente, fue el último plato el que más nos gustó, presa de bellota pura curada y marinada con contrastes ácidos y dulces. Carne tierna, trocitos de manzana y frambuesa, láminas de parmesano, emulsión de mango… Para formar un cuadro de sabores único.

Preguntamos por el postre menos dulce de la casa y nos recomendaron frutas frescas refrescadas con mojito, que se termina de preparar en la propia mesa y es el perfecto colofón.

La carta de vinos de Triciclo es pequeña, pero matona, con presencia de las mejores D.O. españolas. Además de algunas pinceladas internacionales, sidra natural, cava e, incluso, txacoli. Como buenos godellistas, elegimos un Valdesil.
Un detalle que también nos gustó es que sirven agua fresca sin ningún coste, algo difícil de encontrar en España.

Afterwork en Huertas
Pensando en la idea del tapeo afterwork en Huertas, disponen de una amplia oferta de bebidas alcohólicas. Así que terminamos la comida con un par de gin tonics y disfrutamos de una agradable charla con Javier Mayor, que también y tan bien atendió nuestra mesa. Nos contó lo felices que están por haberse convertido en un local de referencia en la gastronomía madrileña. Sin duda, se lo están ganando a pulso.

Triciclo está en la calle de Santa María, 28, Madrid.
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