Cuenta la leyenda que Teresa de Jesús, cuando todavía era niña y no santa, ya correteaba por su jardín. ¿La razón? Su tía carnal fue ama de llaves en el antiguo palacio ‘Piedras Albas’. Construido en el siglo XVI, actualmente acoge al Parador de Ávila. Adosado a las murallas de la ciudad, se trata de un conjunto luminoso y armónico. Con un espectacular patio acristalado, suelos de adobe y granito, y un amplio jardín que conserva restos arqueológicos.
Cuando llegamos nos ofrecieron la posibilidad de dormir en una de las habitaciones del torreón, y no lo pensamos dos veces. Además de encanto y tranquilidad, gozan de amplitud, calidez y muy buen gusto, con cuarto de baño dividido en dos zonas.
El desayuno, como es habitual en Paradores, variado y con la posibilidad de platos calientes recién hechos, como huevos revueltos o fritos. Nos llamó la atención la tierna bollería elaborada en su propio obrador.
El palacio de Piedras Albas fue construido en el siglo XVI adosado a la muralla. Su estilo es típico de las casas señoriales del renacimiento castellano, en sillarejo y mampostería de granito. Fue casa del corregidor de Ávila, Juan de Henao, para ser ocupado después por los Sarmiento. A finales del siglo XIX tuvo nuevo propietario, el IX marqués de Benavites, que ordenó construir el torreón para albergar su gran biblioteca. Es Parador desde 1966.
El jardín del Parador de Ávila destaca por las magníficas vistas de la muralla que brinda a sus huéspedes. Desde él también se divisan la Puerta del Carmen y su curiosa espadaña. No dejes de visitar su pequeña colección de escultura al aire libre, compuesta por sarcófagos, pilas bautismales y un verraco de piedra del siglo IV a.C
Nos gustó del Parador de Ávila
– La amplitud de la habitación y que nos ofrecieran la posibilidad de elegir. Además, al haber sólo una por piso en la parte del torreón, no escuchamos ni un ruido.
– El jardín, ideal para meditar libro en mano.
– El comedor, con vistas a la muralla.
No nos gustó
– ¡Nada!
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