Ubicado en una antigua casa de principios del siglo XX, completamente restaurada y en pleno centro de la villa, el Hotel Barceló Oviedo Cervantes ha obtenido varios premios por su peculiar diseño. A 7 minutos de la estación de tren, 5 del Centro de Convenciones Princesa Letizia y apenas 200 metros del Teatro Campoamor, es perfecto para recorrer la ciudad sin necesidad de utilizar coche u otro transporte público. Así como para desplazarse a pie hasta la zona más canalla de la capital asturiana, la calle Gascona.
La decoración del Barceló Oviedo Cervantes es una de las más modernas que hemos visto en un hotel. Con cortinillas metálicas que le dan un toque de lo más ‘ochentero’, así como muebles y lámparas muy vanguardistas, pero con gusto. El baño, dividido en zona de lavabos, aseo y gran ducha de hidromasaje, está abierto hacia la habitación. Aunque dada la amplitud del mismo no resulta incómodo.
Además de carta de almohadas, ideal si eres un poco especial como yo a la hora de dormir, dispone de una pequeña selección de ambientadores para elegir a qué quieres que huela la estancia: té verde, frutos rojos o pomelo.
El desayuno bufet del Barceló Oviedo Cervantes se sirve en el restaurante del propio hotel, La Galatea y resulta un poco justo. Aunque con la posibilidad de pedir platos calientes preparados al momento, como tortillas, revueltos o huevos fritos con jamón o chistorra. Aunque en su web aseguran que el zumo de naranja es natural, pudimos comprobar que no es cierto.
Nos gustó
– La conexión wifi gratuita.
– Las tortillas recién preparadas del desayuno y su encantadora cocinera.
No nos gustó
– La vistas desde la habitación a un horroroso patio interior.
– Que el zumo de naranja no fuera natural, al contrario de lo que indican en su web.
– El check-in fue excesivamente largo, ya que te obligan a rellenar un formulario sin mucho sentido.
El precio de la habitación doble con desayuno ronda los 100 euros por noche.
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