El Tostón de Oro es uno de esos restaurantes que no se olvidan. No sé si por el calor de la chimenea, los platos de barro, la buena compañía que he tenido siempre o, simplemente, la comida. Casera, preparada con cariño, típica de mi tierra, de mi Salamanca. Sabor a carne asada al horno de leña, a maruja, a vino tinto, al perfume de mi padre (se lo pone en sus canosas barbas y siempre se me queda en los labios cuando le beso). Esas asociaciones que hacemos los humanos, que perduran en la memoria con el paso de los años y sabes que son parte de ti, de tu vida.
Cocina casera y auténtica
El Tostón de Oro no tiene en su cocina a un chef con Soles Repsol, ni un sumiller que asesore sobre los diferentes tipos de vino de su bodega. En su lugar, un modesto comedor y una pequeña carta con las propuestas justas. Pero contundentes: pochas con chorizo, sopa castellana, mollejas de cordero, arroz con bogavante, bacalao al horno o chuletón de ternera.
En una de nuestras escapadas a Candelario, nos acercamos para que Jota lo conociera, y vaya si le gustó. Compartimos unas anchoas del Cantábrico con miel y una ensalada de maruja.
No sé si todos conocéis este verdadero manjar. La maruja o pamplina es una delicada planta que crece al borde los arroyos y regatos limpios al inicio de la primavera. Y lo hace durante muy pocos días, lo que la convierte en cotizadísima. Se aliña con ajo machacado, sal, vinagre y aceite de oliva y es un acompañamiento perfecto, sobre todo, con carnes. Tiene un cierto sabor terroso y el ajo se queda en el aliento como un demonio, pero es tan diferente a cualquier otra cosa que haya probado que me encanta.
Como su propio nombre indica, el tostón es la especialidad de la casa. Lo bordan. Con la piel tan dorada y crujiente, pero al mismo tiempo con la carne tan tierna y jugosa. En una capital grande como Madrid estaría entre los lugares que todo turista debería visitar, como el archiconocido Casa Botín.
Tampoco vamos a restarle méritos al cochinillo cuchifrito (primero cocido y después frito en pequeños trozos). Como veis ambos se sirven solo con patatas, ya que no les hacen falta más florituras ni acompañamientos.
Lo regamos con un buen tinto, de los que nunca falla, un Marqués de Cáceres Crianza 2008.
El Tostón de Oro está en la localidad salmantina de Mozárbez, a doce kilómetros de Salamanca, en dirección a Béjar. Sal de la autovía y haz un pequeño rodeo para encontrarlo. ¡No te arrepentirás!
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