Considerados como una de las 7 Nuevas Maravillas de la Naturaleza, los acantilados de Moher atrapan al visitante nada más pisarlos. Con una extensión cercana a 8 kilómetros y una altura superior a los 200 metros, estos colosos de la geología provocan un espectáculo sobrecogedor con vistas al Océano Atlántico. Por ello son la atracción turística más visitada de Irlanda.
Dónde están los acantilados de Moher
Los acantilados de Moher se encuentran en la costa del condado de Clare, a unos 75 kilómetros al sur de Galway. En autobús supone una hora y media de viaje contemplando bellísimas vistas. También puedes hacerlo en coche particular, pero si te toca conducir, te perderás gran parte del paisaje. Y, por supuesto, es posible llegar desde la capital de Irlanda. La distancia de Dublín a los acantilados de Moher es de 286 kilómetros.
Cómo ir a los acantilados de Moher desde Galway
Hay diferentes tours diarios desde Galway hacia los bellísimos acantilados de Moher. Cliffs of Moher Day Tour hace un recorrido de lo más interesante, con varias paradas en el camino para conocer esa Irlanda profunda que componen Fanore, los paisajes de The Burren, alguno de sus castillos y el Condado de Clare.
Saliendo del puerto de Galway, descubrimos esa parte de Irlanda tan única, mezcla de costa y campo, castillos y granjas, barcos y vacas.
Consejos para tu visita
La visita a los acantilados de Moher puede hacerse a pie o en ferri. Nosotros preferimos hacerla a través de los senderos que salen del cercano centro de visitantes, a un lado y otro de la Torre O’Brien. Recomendamos ir con calzado apropiado para parajes embarrados y ropa impermeable, ya que la constante lluvia convierte el camino en una senda peligrosa.
La Torre O’Brien es el punto más alto para admirar los acantilados de Moher. Si el clima no lo impide, está abierta al público por una entrada de 2 euros. Pero las vistas desde cualquier punto son igual de impresionantes.
Los acantilados de Moher también pueden contemplarse desde un barco, pero para ello hay que pasar necesariamente por Doolin. La compañía Doolin2Aran Ferries organiza paseos turísticos en ferri de una hora de duración, con paradas en zonas de interés como la roca Great Raven.
Esta zona de alta protección medioambiental -según la Unesco– da cobijo a miles de aves en sus procesos migratorios, siendo los frailecillos de pico rojo los más fáciles de observar en la época más cálida del año.
No dejéis de ir al centro de visitantes de los acantilados de Moher para entender cómo se formaron y admirar su exposición. También servirá para entrar en calor -el tiempo suele ser muy desagradable- y comer algo en su cafetería.
¡Cuidado con los golpes de viento!
Si vais con niños, no los perdáis de vista. Seguid las instrucciones y no hagáis fotos cuya posición conlleve asomarse demasiado al precipicio. Parece imposible que viváis para contarlo si el viento cambia de repente. Por si fuera poco, os toparéis cada cierta distancia con carteles de la ONG Samaritans, que trabaja para evitar que potenciales suicidas lleven a cabo su fatal decisión de arrojarse al vacío.
Qué ver cerca de los acantilados de Moher
Parada obligada es Doolin, el último pueblo antes de llegar a los acantilados de Moher. Allí recomendamos reponer fuerzas en una taberna que parece sacada de una película de Ken Loach. De nombre Gus O’Connor’s Pub, ofrece un variado menú del que escogimos tartaleta de queso de cabra sobre ensalada y estofado irlandés regado con cerveza Guinness.
¿Has podido visitar esta maravilla de la naturaleza? ¿Te enamoraste de este lugar único en Irlanda?
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