Hoy te descubrimos todo lo que ver en Namur, capital de Valonia. Presumen de su bandera en cada rincón, y fue otra de las paradas del blogtrip Destino Bélgica. A pesar de ser francófonos, disponen de su propio dialecto, el valón de Namur, hablado por la mayoría de sus más de 100.000 habitantes.
Aunque se trata de una bonita ciudad a orillas de los ríos Mosa y Sambre, no es uno de los destinos más turísticos del país, ya que está fuera de los itinerarios más comerciales.
Las numerosas terrazas repartidas que ver en Namur son la excusa perfecta para disfrutar de una buena cerveza belga. A ser posible, acompañada del tradicional plato de mejillones o algunas delicias que solo pueden encontrarse allí. Como unos pastelitos llamados ‘besos de Flawinne‘, las fresas de Wépion o la archiconocida mostaza de Bister de Jambes (estos dos últimos con museos propios).
En nuestro paseo por la villa pudimos contemplar la Catedral de Saint-Aubain, con una amplia colección de objetos religiosos. Y la iglesia de Saint-Loup, uno de los mejores ejemplos de arquitectura religiosa barroca del siglo XVII.
Entre sus museos destacan el de Félicien Rops, en el casco viejo. Ubicado en la casa natal del artista, ofrece una extraordinaria recopilación de su obra. El Museo Provincial de Arte Antiguo, dentro de un bello palacio del siglo XVIII, alberga una serie de objetos de arte religioso y local muy interesante.
Desde lo alto de la Ciudadela, una de las fortalezas más grandes de Europa y una de las mejor conservadas, se contempla una vista única que ver en Namur. Esta es la de las confluencias del Mosa y el Sambre, así como las imponentes mansiones edificadas en sus orillas.
Las mejores vistas que ver en Namur
Esta construcción del siglo XI ocupa ocho hectáreas en la parte superior y tiene siete kilómetro de túneles subterráneos. Existen varias opciones para visitarla, que incluyen pases guiados, un recorrido en tren turístico y entrada a las exposiciones del interior. Otra alternativa es realizar un crucero fluvial a bordo de uno de los agradables bâteau-mouches.
Nuestra cena tuvo lugar en un encantador restaurante llamado Fenêtre sur Cour, donde pudimos elegir un menú de tres platos. Yo me animé con un carpaccio de atún, chuleta de cerdo asada con chorizo y sopa de frutas con helado de leche, tras un pequeño aperitivo en su terraza. También cayeron un par de botellas de vino chileno.
Tras un exquisito cóctel en Le Boulevard du Rhum, llegó el descanso de la jornada en el Hotel Les Tanneurs, coqueto establecimiento en el que cada habitación es diferente. Aquí podéis ver la mía, revestida de madera y con una iluminación que cambiaba de color con un mando a distancia. Amplia y confortable.
¿Habéis disfrutado de todo lo que ver en Namur? Esperamos que sí.
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