En 2007, Inés y Bruno, dos primos catalanes, compraron un pequeño palacio donde anteriormente había vivido una familia de aristócratas marroquíes. Tras dos años de restauración, que pueden verse a golpe de foto en varios álbumes de obligado visionado durante la estancia, abrieron al público en junio de 2009 el Riad Abracadabra, a cinco minutos a pie de la bulliciosa Plaza Jemaa el Fna, en Marrakech.
Alrededor de un patio que enamora a primera vista -sobre todo, de noche y a la luz de las velas, con el único sonido de su fuente central-, se distribuyen 8 habitaciones. Para 2, 3 o 4 personas, estas últimas con salita, vestidor y biblioteca. En ellas se ha cuidado hasta el último detalle: mullidas y amplias camas, ventanas con rejillas mozárabes, alfombras bereberes, agua y dulces caseros de bienvenida…


Los cuartos de baño, realizados en cemento pulido artesanal que los hace excepcionalmente limpios, cuentan con una zona de ducha de auténtico ensueño en la que puedes incluso sentarte mientras sientes el frescor del agua caer sobre tu cuerpo. Geles y jabones con embriagador perfume de jazmín. Esponjosas toallas y albornoces bordados con el anagrama del establecimiento. O unas preciosas babuchas serigrafiadas que te invitan a llevarte y aseo independiente.


El punto fuerte del riad lo constituye su espectacular terraza, con zona chill out, tumbonas equipadas con toallas y unos coquetos sombreros de paja. Además de una pequeña piscina en la que aplacar las altas temperaturas de Marrakech en pleno junio.



La terraza del Riad Abracadabra
Precisamente es en la terraza de Riad Abracadabra donde se disfruta el delicioso y romántico desayuno. Con zumo de naranja recién exprimido, té a la menta o café, pan tostado, mermeladas artesanales, tomate natural con aceite de oliva, ensalada de fruta fresca, bollería casera, pavo, queso y dos dulces marroquíes en forma de crepé: bagarire, muy esponjosos, con miel y mantequilla, y msamen, que pueden ser redondos, rectangulares o cuadrados. El plato caliente son los espectaculares y suaves huevos Abracadabra.


El Riad Abracadabra ofrece también servicio de comidas y cenas, previo aviso, en la terraza o en las estancias interiores. En su carta, platos marroquíes -cuscús, pastella, briouattese. E internacionales con guiños a España -gazpacho, tortilla de patatas, arroz a la cubana- o quiche Lorraine. Nosotros nos decantamos por harira, una sopa a base de carne, tomate y legumbres, pescado rebozado con salsa tártara -excelentes las sardinas- y sorbete de limón, yogur y queso, que acompañamos con un blanco de la tierra.



Otra de las opciones gastronómicas del Riad Abracadabra son los menús exprés, que pueden pedirse a cualquier hora. Uno de los días en los que el calor apretaba preferimos la tranquilidad y el frescor del chill out y compartimos un panini, ensalada Abracadabra y macedonia de frutas, en esta ocasión con un chardonnay también marroquí.



Riad Abracadabra también dispone de un open bar, donde pueden pedirse en cualquier momento refrescos, cócteles o combinados. El Bloody Mary que nos prepararon con zumo de tomate natural quedará en el recuerdo de los que más hemos disfrutado. Además de un par de gin tonics a la luz de la luna.
Un servicio que se desvive por los clientes
El servicio, capitaneado por Hicham, es íntegramente marroquí y merece un capítulo aparte, ya que se desvive por los huéspedes sea la hora que sea. Todos y cada uno de ellos te hacen sentir como en casa y no pierden nunca la sonrisa. El trato no puede resultar más familiar y agradable. Incluso antes de alojarse, ya que Inés se encarga de enviarte por correo electrónico una pequeña guía de Marrakech con recomendaciones turísticas y restaurantes.

Los precios de las habitaciones varían desde 140 a 180 euros por noche, con desayuno incluido. Hay wifi gratuito en todo el recinto.
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