En nuestra visita a la ciudad termal de Spa, dentro del viaje Destino Bélgica, tuvimos la suerte de disfrutar de un inmejorable almuerzo en L’Art de Vivre. Situado en una de las principales avenidas de la ciudad (Avenue Reine Astrid, 53), se trata de un edificio de ladrillo rojo del siglo XIX con estética de New Orleans.
Carta y 3 tipos de menús entre 55 y 75 euros
En este elegante restaurante, cuyos chefs son Jean-François Douffet y Xavier Fisset, priman la calidad, el buen gusto y la pasión por el sabor. Los platos, a cada cual más delicioso y elaborado. L’Art de Vivre ofrece varios menús: 3 pases por 55 euros; 4 pases, por 70, y 5 pases, por 75 euros.
Nos reciben con un cóctel de la casa y este aperitivo, chupito de crema de champiñones, con alcachofa natural y jamón de pato.
Nos sugieren tres tipos de pan para acompañar (y pedimos todos): blanco, de algas y de cereales.
El primero que elegí en L’Art de Vivre fue este magnífico tartar de ternera con tapenade de semillas de cítricos y aceite de oliva negra. La mezcla de la carne con los cítricos le daba un sabor excepcional.
Mi compañera de Vuelo Directo se decantó por una sopa fría de mariscos e hinojo marino, espuma de tomates y pimientos de L’Espelette con finas rebanadas al ajo, que lucía así de bien.
Mi segunda elección fue un gallo a la parrilla sobre carpaccio de calabacín, piperrada con albahaca y puré de Roseval, coronado con jamón Pata Negra, fresco, jugoso y en su punto perfecto de cocción. Mirad qué presentación.
VD prefirió un confit de pato, caviar de berenjenas y aceitunas, patatas y condimentos de temporada.
Postres para el recuerdo en L’Art de Vivre
El postre fue toda una sorpresa para una persona nada golosa como yo. Esta sopa de melón y frutos rojos al regaliz, crocanti de almendra y frutos del bosque era fresca y un pelín ácida, ideal para mí.
Mis compañeros, todos, prefirieron un manjar blanco arábico, merengue con almendras, helado de vainilla al bourbon y mousse de chocolate, una bomba dulce, vamos.
Aquí podéis ver a Susana, de Vuelo Directo y a Juan Antonio, de Somos Viajeros, en plena acción. ¡Que no se mueva nadie!
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