La primera noche de descanso en nuestro viaje por Bélgica, gracias al concurso organizado por la Oficina de Turismo, no pudo ser mejor. Tras una deliciosa cena en el restaurante Victoria de Durbuy, nos alojamos en el Castillo de Modave.
Modave es una pequeña población de apenas 4.000 habitantes, a tan solo 14 kilómetros de Huy. Su castillo es el monumento más representativo de la zona y fue construido en el siglo XIII. Aunque remodelado por completo en 1658 de la mano de la familia De Marchin. Excepto la parte destinada a alojamiento, a la que solo pueden acceder los huéspedes, puede visitarse casi en su totalidad.
Sala de Guardia, Sala de Hércules o Salón de Recepción son de gran belleza. Y, por unos minutos, sentirás que eres de la realeza admirando su techos altos y suelos de madera. Abre del 1 de abril al 15 de noviembre, de 10 de la mañana a 6 de la tarde, así como en Navidad. La entrada cuesta 9 euros, siendo gratuita para menores de 12 años.
Silencio, la mejor compañía en el Castillo de Modave
La antigua residencia del servicio es ahora donde se alojan los clientes del Castillo de Modave. Este es el aspecto que presentaba mi habitación, amplia y luminosa, con unas bonitas vistas al enorme jardín. El baño se divide en dos partes: aseo, y zona de lavabo y bañera.
En la parte noble, donde residían ‘los señores’ y que acaba de ser reformada, se sirve cada mañana un delicioso desayuno a base de quesos, embutidos, panes recién horneados o bollería casera.
El Castillo de Modave cuenta con 22 habitaciones totalmente equipadas, incluida conexión wifi gratuita. Los precios oscilan entre los 70 euros de la individual y los 150 de la Junior Suite. ¿Lo mejor? Al estar en mitad del campo no escucharás ni un ruido. Y la vista nocturna del cielo estrellado es, sencillamente, espectacular.
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