Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995, la aldea histórica de Shirakawa-go fue, sin duda, el pueblo con más encanto de los que encontramos en el Lovers in Japan.
Situada entre Takayama y Kanazawa, en plenos Alpes japoneses, El pueblo del río blanco -como se le conoce- es uno de esos lugares idílicos que rezuman paz y tranquilidad. Tras conocer grandes urbes como Tokio u Osaka, nos parecía imposible que existiera un Japón donde la población no supera los 700 habitantes. O donde las casas están construidas de madera y paja, con sus propios campos para cultivar arroz.
Las viviendas típicas de Shirakawa-go
Estas viviendas tan características de Shirakawa-go, de un estilo arquitectónico conocido como Gassho-zukuri o construcción con las palmas de las manos juntas, están rematadas con puntiagudos techos. Su fin es soportar las fuertes precipitaciones de nieve, muy abundantes en esta zona y que, como pudimos ver en diferentes fotografías, forman un paisaje de auténtico cuento.
En nuestro caso, la visita a Shirakawa-go fue en septiembre, con un calor de justicia. Lo que hacía complicado pensar que en invierno las temperaturas puedan llegar a alcanzar muchos grados bajo cero. Tuvimos que hacer un par de paradas para refrescarnos con unas Asahi o un delicioso helado de té verde en alguna de las izakayas donde también es posible comer pero, sobre todo, relajarse.
Dos de los detalles que hacen todavía más especial a este diminuto pueblo de la montaña son las regaderas que recorren sus calles -al igual que sucede en la localidad salmantina de Candelario-. Pobladas de enormes carpas, además de las pequeñas tiendas donde es posible comprar productos artesanales y todo tipo de souvenirs.
Siguiendo con nuestro paseo, nos llamó la atención el puesto que una anciana tenía a la puerta de su casa para vender tomates de su propia huerta. En un recipiente lleno de agua fría flotaban decenas de ellos para escoger el que más que te apeteciera por 100 yenes.
Por si no lo sabéis, la fruta y la verdura son bastante caras en Japón, ya que al haber pocos terrenos, se cotizan mucho. De ahí que el precio de una pieza fuese de alrededor de 1 euro.
Ternera de Hida para almorzar
Una de las especialidades de la zona de Shirakawa-go es la sublime ternera de Hida. Encontramos un pequeño local donde la vendían en forma de bollito relleno (bun) y empanada en rodajas, así que aprovechamos para almorzar. La verdad es que es tan sabrosa que puede resultar adictiva.
Dos o tres horas son suficientes para conocer esta idílica villa japonesa a la que se accede por un puente colgante de piedra. Y en la que también es posible pernoctar en alguno de los típicos ryokanes. Habíamos leído que a las seis de la tarde las calles de Shirakawa-go estaban desiertas y era necesario caminar en compañía de una linterna debido a la escasa iluminación. Por lo que decidimos que el campamento base estuviera en Takayama, desde donde llegamos en autobús en unos sesenta minutos. El precio del billete de ida y vuelta es de unos 35 euros por persona.
¿Te ha gustado este paseo por Shirakawa-go? ¿Conoces los Alpes japoneses?
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